Vidas e Historias

Vidas E Hisotiras

Comparte Historias, Anecdotas y Mas….

domingo, 3 de octubre de 2010

Días


Las lágrimas inundan mi cara, mojan cada milímetro de piel. Mi pecho siente el peso de la vida, mi garganta no permite el paso del aire, siento mi mente dispersarse entre pensamientos, destruirse como en una implosión impostergable.
Nada hacia adelante, y la nada duele, la nada asusta, la nada da aviso de nada.
Una vida, una vida que no encuentra curso, una vida que desbordó las aguas de su cause, que no vuelve, que no retorna a la belleza, al goce, al amor por las cosas simples.
Y me odio por sentir como siento, por no agradecer, por ser tan egoista, porque la vida me dio muchas cosas y yo hoy no las puedo disfrutar.
Y necesito escribirlo, porque si no lo hago siento que me muero. Y no se lo que es la muerte, pero la muerte ronda mi cabeza, se burla de mi fragilidad, de mi cobardía. Intenta provocarme, y la corro hacia otros sitios, la insulto, la condeno a quedarse dónde está, porque este no es mi momento.
Y me rezo , y me prometo que yo he de salir, y no se de donde tomarme, siento vergüenza de llamar a alguien, de mostrarme así, otra vez.... ¿cuantas veces más me pregunto?
Pero hay una llama de esperanza, algo que me dice que es solamente otra prueba, que nada está perdido, que debo encontrarme, que me olvidé nuevamente de mi, y ahora no se adonde estoy...
Hay días, tan terribles que me ulceran el alma

viernes, 27 de agosto de 2010

miércoles, 4 de agosto de 2010

Tríptico


Mi primera pintura de este estilo!

jueves, 15 de julio de 2010

Caminito


"Tu cuna fue un conventillo"

Vino, Tango, Arte

miércoles, 14 de julio de 2010

CaminitoDesde que se fue triste vivo yo, caminito amigo, yo también me voy. Desde que se fue nunca mas volvió, seguiré sus pasos, caminito, adiós.

Desde que se fue
triste vivo yo,
caminito amigo,
yo también me voy.
Desde que se fue
nunca mas volvió,
seguiré sus pasos,
caminito, adiós.

La Boca

“Cada giro en mi cabeza fue una historia. Buenos Aires con su magia se metió en mi memoria.”
Cómo olvidarte en esta queja,
cafetín de Buenos Aires,
si sos lo único en la vida
que se pareció a mi vieja.
En tu mezcla milagrosa
de sabihondos y suicidas
yo aprendí filosofía… dados… timba…
y la poesía cruel
de no pensar más en mí.

martes, 13 de julio de 2010

domingo, 11 de julio de 2010

Con aires de tango

Bailar tango es un deporte, el cabaré, un reñidero donde por copiarse un corte un macho se juega entero...

Enrique Cadícamo

jueves, 10 de junio de 2010

domingo, 6 de junio de 2010

El Reencuentro



“... amores que matan, nunca mueren”
Joaquín Sabina


No pudo descansar en toda la noche, escuchó cada sonido de la ciudad, sirenas, gritos de hombres que volvían de una juerga, frenadas de autos que corrían osadamente. De repente los pájaros y sus trinos anunciaron la llegada del nuevo día. Un rayo de luz entró por la ventana y dibujó sobre la pared formas extrañas, a las que ella estaba acostumbrada. Disfrutaba imaginando personas o situaciones en esa proyección de claridad. Tal vez ella, tal vez él, quizá ambos amándose nuevamente.
Irguió su cuerpo para liberarlo de las garras de su lecho, envolvió su humanidad desnuda en una bata tan suave como las manos de quien alguna vez recorrió cada milímetro de su piel, cada lugar más recóndito, esos sitios a los que arriban solamente los verdaderos arquitectos del amor.
Caminó, se detuvo frente al espejo, un río de incertidumbre corría por sus venas, dejó caer la bata, y durante unos minutos, quien sabe cuantos, admiró su figura. Sus pechos turgentes, su afinada cintura daba paso a voluptuosas caderas, que remataban en dos preciosas piernas, largas refinadas, cuya piel poseía la textura del terciopelo.
Se dirigió al baño, sólo pensaba en el encuentro que estaba a punto de hacerse realidad. Llenó la bañera con agua tibia, introdujo aceites y espumas especiales para que su cuerpo derramara a su paso el aroma de la feminidad.
Estuvo allí como envuelta en un sueño un largo tiempo, fabulaba con aquel encuentro, estaba segura que era lo que deseaba desde la última vez que lo vio, su corazón se le escapaba del pecho de solo pensar que poco tiempo y distancia la separaban de él .
Salió del agua, untó su cuerpo con cremas especiales, seleccionó la mejor lencería, de encaje blanco, con ligueros, un precioso vestido negro, con detalles de piedras bordadas, que dibujaba su cuerpo como el de una sirena. Calzó sus pies en zapatos altos, de tacos elegantes, recogió su cabello, colocó en su cuello un camafeo que alguna vez recibiera como regalo de aniversario de su amado, con el que por fin volvería a encontrarse.
Maquilló suavemente su piel, esa piel que añoraba caricias, que latía al ritmo de recuerdos de noches de pasión, de amaneceres lascivos, de verdaderas festividades de los cuerpos.
Tomó su cartera, introdujo en ella un paquete, tal vez un regalo, dejó sobre el mueble de la entrada un sobre sin ningún destinatario, se perfumó y por fin salió a la calle.
Mientras caminaba hacia el lugar la cita, su mente transmitía imágenes del pasado, los veranos en la playa, los sueños de una familia, los secretos de una pasión desenfrenada, la infidelidad, el volver a perdonar, a creer, el sufrimiento, la traición.
Llegó al lugar, él ya estaba esperándola, se sentó con el donaire de una verdadera dama. Comenzó a hablar en voz alta, sin permitir que él responda, le reprochó su infidelidad, le recriminó la consecuencia de la misma, lo insultó. Él solo le devolvía silencio. Ella entre lágrimas le confesó que sintió morirse cuando se enteró que él se había enfermado de SIDA, que no pudo perdonarlo, que sentía un que odio insoportable se apoderó de su ser, por ese motivo le dijo adiós dejándolo solo, pero que nunca había podido olvidarlo. Le pedía explicaciones, le confesaba que sintió que su valor como mujer y amante se había destruido al enterarse que buscó en otras mujeres cosas que ella nunca le había negado y que habían disfrutado juntos, con esa complicidad que los hacía ajenos al mundo de los humanos.
Con sus manos temblorosas, abrió su cartera y sacó el paquete, mirándolo le dijo, hoy es nuestro aniversario, esté es mi regalo, abrió su boca y luego el silencio.


Días después el cuidador del cementerio, encontró a una extraña dama, abrazada a la tumba de su esposo, muerta por envenenamiento. En la casa, alguien abrió la carta, en ella se leía que el contagio de sida se había producido por una transfusión de sangre.
Ella lo sabía, no pudo soportar su desentendimiento, pero ahora en su rostro, se adivinaba un estado de paz, y en sus manos apretaba una foto de una boda feliz.
Juntos recorrieron la eternidad, y en la lápida una frase escrita quien sabe por que manos resumiendo la historia “amores que matan nunca mueren”




1) “amores que matan nunca mueren” Joaquín Sabina

Autora: Valeria Vergara

lunes, 31 de mayo de 2010

Ardid de vida



Cuando el reloj marcó las 6 de la mañana, toda la familia se despertó. Entusiastas, preparados desde hace muchos días para poder vivir estas ansiadas vacaciones. Conocer el Glaciar Perito Moreno era un sueño que estaba a punto de hacerse realidad.
Cargaron el auto con el equipaje, varias maletas considerando que era otoño y en el sur del país las temperaturas son muy bajas, ellos no dejarían nada librado al azar.
Felices, ansiosos, tomaron una de las rutas que marcaría el rumbo hacia su destino. La mañana estaba cargada con una niebla espesa, al igual que la ruta atestada de vehículos.
Rafaél, padre de familia y conductor del vehículo, iba muy atento a los cambios del tránsito y a cada situación que demandara todo su esmero.
Habían recorrido unos 120 kilómetros, cuando de la nada, una apocalíptica maniobra permitió que diez autos quedaran reducidos a un tren macabro de hierros retorcidos y gritos que se esparcían dolorosamente por aquel escenario Dantesco. Y de repente un silencio ensordecedor, presagiando la muerte.


Hacía meses que se veían, en la sala del hospital, a la espera de una noticia. Eran cinco mujeres, unidas por el dolor, por la esperanza, por el deseo de que un milagro cayera sobre sus vidas, como caen los frutos cuando están maduros. Se conocían demasiado, sus pesares, sus momentos felices, la llegada de sus hijos a este mundo, esos hijos que estaban conectados a aparatos torturantes, a la espera de un órgano, a la espera de la solidaridad que se desprende de la tragedia de otros seres humanos.
Cinco mujeres, fuertes como robles, inquebrantables, unidas por el destino, por una trama de mala suerte, o tal vez por una prueba que les ponía en el camino la vida.
Se sostenían mutuamente, el lazo que las unía tenía la apariencia de una red invencible, de un entramado de vigor, el bastión que solo empuña la maternidad.
¿Cuántos meses más pasarían? Todos los jóvenes se encontraban en emergencia nacional, estaban en igualdad de condiciones, sólo la fortuna tocaría con la varita mágica a quién sería el primero en salir de esa agonía interminable.



Las sirenas de los carros de bomberos, de las ambulancias iluminaban el escenario más pavoroso que se pudiera fabular. Pedidos de auxilio, gemidos, silencios ensordecedores, formaban parte de la escenografía de aquella fatal mañana.
En el auto Rafael yacía muerto sobre el volante, a su lado su esposa lanzaba el último suspiro , en la parte de atrás sus tres hijos, estaban aún con vida, el más pequeño lloraba desconsoladamente, cuando una enfermera lo alzó en sus brazos tratando de calmarlo.
Cargaron a los dos jóvenes que aún continuaban respirando en sendas ambulancias y el pequeño quedó bajo la protección de aquella enfermera anónima que amorosamente lo mecía.
La policía buscó datos entre los papeles de la guantera del vehículo, y así pudieron saber que se trataba de una familia oriunda de la ciudad de Córdoba. Inmediatamente se pusieron en comunicación con el hermano de Rafael, quien viajó para realizar los trámites, junto a su hermana. Ella se dirigió al hospital, dónde en sala de terapia luchaban por sus vida, los dos sobrinos de ella, de 16 y 18 años, de edad. Jóvenes hermosos, buenos estudiantes y amantes del tenis.

A las cinco mujeres, esa mañana se le agregó una más, que lloraba consternada, que no podía frenar la angustia que se desprendía de cada milímetro de su ser. Una de las mujeres se le acercó, simplemente le introdujo en el hueco de su mano la imagen de un santo, y sin decir palabras se alejó de ella.
En ese momento, un médico llamó a la señora que tenía en sus manos la estampita y le comunicó que ambos jóvenes estaban con muerte cerebral, y luego formuló la pregunta, directa sin rodeos, ¿tienen pensado donar los órganos?
Sara comenzó a temblar, su cuerpo perdía la poca entereza que le quedaba, apretó con fuerza la imagen de aquel Santo, y pensó en su hermano muerto, en esa familia destruida, en la fragilidad del ser humano.
Llamó a su hermano, y juntos determinaron que donarían los órganos, en un acto de amor y de recuerdo hacia lo que fueron en vida.
Las cinco mujeres, presenciaron ese momento, sin decir palabras. Sentían en su alma una mezcla de sentimientos contradictorios. Por un lado la realidad las enfrentaba al final de todos los finales de una hermosa familia, por el otro a un recomenzar en la vida de sus hijos, a una nueva oportunidad.
Como un imán que atrae a los metales, sin siquiera pensarlo, se encontraron abrazadas las 6 mujeres, entre lazos de lágrimas, de sueños, de singulares agradecimientos, en una red tejida, con hilos de destino.

Valeria

domingo, 16 de mayo de 2010

las perlas


Volvió del trabajo arrastrando su cuerpo, como un saco de huesos cansados. Subió uno a uno los escalones, abrió la puerta, se quitó el sobretodo y se recostó en el sofá. Cerró sus ojos, el departamento estaba frío como la mirada de los que ya no se aman. De repente en su mente sonaron como un lejano recuerdo las palabras de su madre “Es hora de que busques una compañera, la vida es mas grata de a dos”, se sonrió y prendió un cigarrillo.
Quedó envuelto en un sueño superficial, cuando una voz lo sacó del letargo “Amor ya es hora, las contracciones son cada cinco minutos” Dio un salto, se dirigió a la habitación y en la cama encontró recostada a una mujer blanca, como el camisón que vestía y como las perlas que llevaba en sus orejas.
Anda a la habitación de Lucía, y trae el bolso con la ropa para la bebé, le dijo. Mientras yo me visto, tenemos que llegar al hospital antes que terminemos siendo padres arriba del auto, terminó de decir sonriendo.
Franco se dirigió por el pasillo y advirtió que en el lugar que pertenecía a su estudio, colgaba de la puerta un cartel que decía “ Bienvenida Lucía”, entró a un mundo color de rosa, sobre una cuna adornada con ángeles vio el bolso y lo tomó, y se dirigió adonde estaba esa mujer.
Ernesto, le dijo ella, no te pongas nervioso, ya hicimos todo el curso pre parto y todo va a pasar rápidamente. Él se sentía mareado, llegó a pensar si había entrado en un departamento equivocado, tal vez en otra calle, o en otra ciudad, estaba tan cansado, que no podía coordinar sus vagos pensamientos.
Llegaron al hospital, el médico esperaba por ellos, rápidamente la llevaron a la sala de parto, le dieron a él un delantal verde, y sin poder razonar lo que pasaba, se encontró tomado de la mano de aquella mujer que mientras pujaba, le decía cuanto lo amaba.
De pronto algo sucedió, la mujer se desvaneció y los médicos comenzaron a movilizarse con cara de preocupación, hay que hacer una cesárea dijeron, y le pidieron al esposo que se retire del lugar.
En el pasillo del hospital, mientras esperaba una noticia, aún sin saber por que estaba viviendo aquella situación, Franco apoyó su cabeza sobre la pared y cerró su mente con un cerrojo de irrealidad.
Juan! lo despertó una voz, me enteré lo de tu padre, es una pena lo del accidente, pero cómo pudieron dejar que maneje a su edad, dijo en tono elevado una mujer de unos 60 años. Él no respondió, mi padre, Juan, Ernesto, su cabeza era un tsunami de palabras y voces desconocidas.
Sr Ernesto Suarez presentarse en sala de cirugía, llamó el altavoz, Franco hizo caso omiso a esa llamada, cuando una enfermera tomándolo del brazo le dijo, ¿señor no escucha que lo están llamando?
Se dirigió a la puerta del quirófano, y encontró al médico con una rigidez en el rostro, y con cara desconcertada le dijo: hicimos lo posible, pero no pudimos salvarlas, este aro de perla se le salió cuando la trasladábamos, por favor vaya a su casa, ubique a sus parientes para que lo ayuden en este terrible momento.
Franco tomó el aro, lo introdujo en su bolsillo, y salió del lugar embriagado de palabras que no entendía, de sentimientos que no conocía, perdido como quien sale a la mar sin una brújula.
Se internó en el paisaje urbano de la ciudad, entre hombres que dormían en la calle, prostitutas que vendían su cuerpo en las esquinas, con su mano metida en el bolsillo, acariciaba el aro de perla que el médico le había dado.
Llegó a su casa, volvió a acostarse en el sillón, a las pocas horas sonó el reloj despertador y se levantó para ir al trabajo. No sabía si había soñado, estaba cansado, tenso. ¿Adónde iría?
Tomó el periódico, y en primera plana, se sorprendió al leer la denuncia de mala praxis de una mujer que había ido a dar a luz y terminó falleciendo en el hospital.
Bebió el café de a sorbos, salió para el trabajo, con su mano derecha tocaba el aro que aún continuaba en el bolsillo de su sobretodo.
Cuando entró al Banco dónde trabajaba, una compañera le dijo:¡ Pablo que cara!, ¿estás enfermo? él la miró y no contestó. Ella continuó, acompañame, quiero presentarte a una nueva compañera, se llama Ana, trabajará como ayudante en tu oficina.
Sentado detrás de su escritorio, miraba su agenda cuando Ana entró. La miró, era una mujer hermosa, de figura estilizada, traje color azul, llevaba el pelo recogido, y en sus orejas, un solo aro de perla.


Texto: valeria Vergara
dibujo: valeria vergara

domingo, 9 de mayo de 2010

miércoles, 5 de mayo de 2010

Mi primer dibujo


Estoy estudiando en un taller de dibujo y pintura, este es mi primer dibujo, aunque simple estoy orgullosa y quería compartirlo...

lunes, 3 de mayo de 2010

sábado, 1 de mayo de 2010

Soñar con los pies


Cuando se despertó, sabía que estaba muerta. Su cerebro enviaba órdenes, pero su cuerpo con una rebeldía audaz, se negaba a obedecer los mandatos. Tenía sed, su visión era confusa, los músculos de la cara se movía al ritmo de una sinfonía descabellada.
Intentó gritar, pero su voz se ahogaba en su garganta, notó que a su alrededor, un sin fin de cables al conectaban a aparatos médicos que ella desconocía. Trató de tranquilizarse, pero fue inútil, sintió terror y demasiada soledad.

Eran las 6 de la mañana, como todos los días Matilda se despertó temprano, para preparar el desayuno de sus hijos y de su esposo. Se dio una ducha, untó su cara en cremas, se sintió fresca, vital. Bajó las escaleras que la separaban de la parte inferior de su casa, y comenzó con la rutina de cada día, la sabía de memoria.
Preparar tostadas, buscar el cereal para sus niños, calentar el café, verificar que cada uniforme estuviera planchado y listo para ser lucido por sus hijos. De reojo miró el traje de su esposo, había decidido que esa corbata a rayas le quedaría perfecta con su camisa blanca y su traje gris topo.
Miró por la ventana, sabiendo que en pocos minutos su casa quedaría vacía, los niños a la escuela, su esposo al estudio de abogados, y ella a realizar las tareas que diariamente la esperaban.
Había renunciado al casarse a realizarse profesionalmente, prefirió dedicar su vida a la casa, a sus hijos, aunque nunca olvidó su sueño de ser bailarina clásica a nivel profesional, pero siempre se decía, en la vida se gana y se pierde.
Pronto escuchó, que su compañero bajaba la escalera, buenos días amor le dijo apenas rozándole la mejilla, tomó su café apresuradamente, se conecto a su computadora, leyó los periódicos con las noticias del día, mientras ella lo observaba desde la distancia, sintiéndose en cierta manera ignorada.
Subió a la habitación de los niños, y con ternura los despertó, abrió la ventana, dejó que un rayo de luz les hiciera cosquillas en los ojos y acompañada de dulces palabras les dio los buenos días. Los ayudó a vestirse, peinó a la nena, atándole dos hermosas trenzas, como en su tiempo hacía con ella su propia madre. Ayudo al niño más pequeño a atar loscordones de sus zapatos y lo invitó a desayunar.
Mientras desayunaban los miraba, se maravillaba al ver como cada día crecían, se los veía felices.
A unos metros de la cocina, en su estudio, el padre no estaba advertido de la presencia de aquel instante cotidiano pero mágico e irrepetible. Las cosas de su profesión abrían una brecha cada vez más amplia entre su familia y sus responsabilidades.
Cuando estuvieron listos, subieron al auto, saludaron a Matilda y se fueron sin mirar atrás.

Matilda ordenó la cocina, perdiéndose en sus pensamientos, puso a lavar la ropa, regó el jardín y subió la escalera para ordenar los cuartos, su pie se dobló y cayó rodando hasta dar contra el piso, luego sus recuerdos y su conciencia se fueron debilitando hasta caer en un profundo sueño.
Pasaron las horas, y ella continuaba sumergida en esa pesadilla que no la dejaba moverse. Cerca del mediodía, cuando regresaron a casa, en busca de su almuerzo, los niños junto a su padre, se encontraron con un terrible cuadro. Un charco de sangre en el piso, y los cabellos rubios de Matilda, mojados y teñidos, la palidez de su rostro era humillante, gritaron, pero fue en vano, ella no respondió.

A los pocos minutos, estaba en la guardia del Sanatorio San José, luego de varios estudios, el médico neurólogo llamó al esposo y dijo las palabras más impresionantes y paralizantes que alguien pudo escuchar.
Su señora sufrió fractura de vértebra cervical, pasaron muchas horas, ya no hay nada que hacer, la médula se lesionó y el diagnóstico es una cuadriplegia irreversible.
Francisco, el esposo de Matilda se sintió morir. Cómo haría para decirle a su esposa que ya no volvería a ser la de antes. ¿Y los niños? cómo comprenderían que la que hasta esa mañana había sido todo para ellos, ahora no se podía valer por sus propios medios. Lloró desenfrenadamente, cuando estuvo más tranquilo, le pidió al médico que lo ayudara a dar la noticia a su esposa.

Ella escuchó sin decir palabras, cerró sus ojos y se imaginó bailando “El baile de los Cisnes”, dejó que su cuerpo volara, que sus pies se elevaran del suelo, que sus brazos acariciaran la brisa, vio la puerta de la habitación abierta, y se escapó de la vida para siempre.


Autora: Valeria Vergara

lunes, 26 de abril de 2010

Lo tangible


Plenilunio de amor, llenas mis ansias. Motivo de mirarte a la distancia. Me envuelves con tu luz, desnudas mi alma, atraviesas mi ser, obscenamente, me insitas al placer groseramente. Ferviente palpitar, liberas mis pecados, me sueltas a la vida, inundas el espacio.
Plenilunio bendito, desciende por mi cuerpo, atrapa mis gemidos, estremece mis venas, osado resplandor, húrtame mis suspiros, saquea mi inocencia, dispárame Cupido. Atrapa mis sentidos, róbame el aire inquieto, asfíxiame en tu amor, desmáyame de goce, que tiemblen mis caderas, que mis brazos se abran, al volar de los vientos, de pasión y de anhelos, de tristeza y consuelo.
Deséame eternamente, quita mi vida entera, libérame el instinto de mujer, de guerrera. Pídeme lo imposible, atrapa mi existencia, llévame allá tan lejos, sácame la decencia. Arrópame en tus besos, con caricias que duelan, en palabras que quemen, con gemidos que teman, llévame para siempre, no quiero en esta tierra pasiones intangibles, solo quiero tu esencia, bálsamo que al curarme, regrese en tu presencia.

poema: valeria vergara
foto: valeria vergara

sábado, 24 de abril de 2010

Nunca se supo, nunca se sabrá




Nunca se supo, nunca se sabrá


Había llegado bañado en sangre, entre sonidos insistentes de sirenas, gritos desesperados, personas confundidas. Caminaba como quien perdió su rumbo, su mirada caminaba diez pasos más adelante. Le dolía cada milímetro de su piel, sus oídos le zumbaban, sentía que a su cuerpo lo atravesaban miles de dagas, dagas inquisidoras que le robaban la vida.
Dio cinco pasos, vio un par de ojos azules, la silueta de una mujer de blanco, pensó en un ángel ¿acaso sería esa la entrada al cielo? y cayó desvanecido al piso.
Cuando despertó, se encontraba en una cama que lejos de sentirse cómoda y tibia, imitaba a la cama de un fakir. Le recordaba cada espacio de dolor en su cuerpo, se imaginaba que un ser minúsculo y perverso caminaba por su piel con un cigarrillo encendido y lo iba apoyando haciéndole sentir una hoguera en su piel.
La puerta se abrió, y por ella entro una enfermera, blanca inmaculada, caminando con soltura, moviéndose con gracia y firmeza. Colocó una bandeja con jeringas, gasas, desinfectantes sobre una mesa, y dándose vueltas dijo:
Me alegro que ya esté con nosotros, todos esperábamos ansiosos y llenos de esperanza este instante.
¿Todos? pensó él, y comenzó a lanzar en medio de una tremenda extenuación, una sin fin de preguntas que nada le aclaraban.
Quiso recordar sus días previos, o sus meses previos, pero sus recuerdos se rehusaban a dejarse hallar, jugando a las escondidas en los laberintos de su integridad desintegrada.
Cómo un ave delicada, sutil, sensual, la enfermera se acercó a él, comenzó a limpiar y curar cada una de las heridas que aún no terminaban de cicatrizar. Por momentos lo miraba a los ojos, y veía que por ellos rodaban lágrimas de insolente dolor. Trataba de ser delicada, no aceptaba la idea de hacer sufrir a ese hombre que por tantos meses había estado cuidando.
Nadie en todo ese tiempo preguntó por él, figuraba como un NN, que triste pensar en ser nadie se planteo más de una vez.
Pero hoy, había dejado de ser nadie, hoy despertó a la vida, hoy se enteraría de su nombre, de su historia, de cómo llegó aquella noche a la guardia bañado en sangre, aturdido, dando tumbos, para culminar de bruces contra el suelo.
Más él no supo quien era, no pudo decir su nombre, no atestiguó sobre su historia, no hubo relatos, ni aventuras apasionantes, ni amores rotos, ni fiestas, ni celebraciones.
Su mente era una hoja en blanco, un sin número de nada, un inventario de olvidos, los desechos que prosiguen a un incendio, un cúmulo de realidades irreales, de preguntas sin respuestas, de nadas nacidas de la nada.
Nunca se supo, como llegó aquel ser a ese lugar, nunca supo quien fue, mucho menos se supo que fue de él, cuando una mañana cansado de ser nadie, dejó un hueco de ausencia, en la cama de aquel cuarto de hospital.

ALMAMÍA

Autor: Valeria Vergara
Autor de la ilustración: Valeria Vergara

Amores equivocados



Al llegar la noche, mira hacia el cielo, dejándose encantar por la silueta de esa exótica dama. Su cuerpo vibra al ritmo del paso de la sangre por sus venas, las plumas iluminan la terca oscuridad, mientras espera que ella aparezca. Se desespera, no puede concebir la idea de que esa noche no logre adorar la gloria de su existir.
Ella es tan cambiante, a veces se la ve entera, llena de fuerzas, sublime. Otras veces comienza a menguar en su existencia, tal vez el pasado la nubla, y hace que se desvanezca su fortaleza. Hay días en que no sabe de ella, y siente terror, su cuerpo se parte en mil pedazos ante el pensamiento de no volver a verla. Pero ella siempre lo sorprende, empieza poco a poco a dar señales, primero tímidamente se la ve aparecer en el cielo dibujando una línea curva, que a él le provoca una mezcla de entusiasmo y alegría.
Ella ríe, sabe muy bien que él esta escondido entre los pastizales, sus plumas brillantes lo delatan cuando ella lanza ríos de luz sobre su cuerpo. Y comienza el juego más hermoso jamás visto sobre este mundo, tan cargado de miserias, de voces que no se atreven a declarar verdades. Se hablan sin palabras, él le declara su amor con solo mirarla, ella en respuesta lanza hilos de luna que le acarician el cuerpo, él le pide que no lo deje, ella se sonroja ante tremenda muestra de amor. Debo partir le dice, sólo se me permite salir de noche, si el amo del universo descubre que vuelvo tarde a la casa del infinito seguramente nunca más permitirá que vuelva a visitarte. Y si yo no aparezco, ¿que será de los enamorados? esos que esperan mi presencia para decirse palabras de amor. ¿qué será de los lagos? cuando esperan ansiosos mi presencia para dibujar reflejos sobre sus aguas.
Él se entristece, siente celos desea poseerla solo para su vida. Siente que ella no le corresponde de la forma en que el la ama. Entonces toma una decisión, no quiere volver a verla. Hasta nunca le dice, si no puedo tenerte prefiero olvidarme que existes, y dejar que las horas acaben con mi desgraciada vida.
Ella no podía creer lo que escuchaban sus oídos, quiso hablar, pero él abrió sus hermosas alas y desesperadamente abandonó el lugar.


Desde aquella noche, la luna apagó su brillo, las estrellas se admiraban al notar que aquella dama tan hermosa envejecía con el pasar de los días.
En otro sitio del monte, bajo un árbol centenario, él agonizaba, su cuerpo había perdido vitalidad, sus plumas habían ennegrecido, no podía comer, mucho menos cantar. Sus allegados no comprendían que sucedía, trataron de mil maneras de levantarle el ánimo, pero todo era en vano, la muerte lo acechaba.
Entre delirios soñaba que su amor perdido descendía de los cielos y lo tomaba en sus brazos, que le susurraba al oído palabras de amor eterno, que acariciaba su rostro, que lo bañaba con pasión de luna. Pero la despertar se encontraba solo y sabiéndose morir, cerró sus ojos, pensó en su amada y permitió que el final de sus días se apodera de él.


Cada noche, la luna continúa con su trabajo de inspirar a amantes, a poetas, o a locos errantes. Ya no lo disfruta, sólo lo hace para ver si en algún momento su amado se hace presente.
Pero nunca llegó, pasaron los meses, los años, los siglos, ella sigue siendo la extraña y exótica dama que por las noches ilumina la tierra alumbrando cada rincón del mundo.
Él, por quererlo todo se quedó sin nada, prefirió morir a compartir, eligió la soledad a disfrutar de la compañía.
Amores equivocados.
Elecciones, el sendero que marca la vida.

ALMAMÍA

Autor: Valeria Vergara
Autor de la ilustración: Valeria Vergara

miércoles, 21 de abril de 2010

Señora del desconsuelo




Virgen del olvido, señora del desconsuelo, me rehúso a ser devota de tu egoísta religión. Dama de las llamas, del infierno en mi cabeza, del sangrar de mis heridas. Patrona de las tempestades, de los ruidos que no suenan, de las pieles que no sienten, de salivas que perfilan insultos, de lenguas licenciadas en ahogar verdades, adictas a tejer mentiras.
Madona de los buitres que atribulan, virgen del fin del mundo, del ocaso de todos los tiempos ¿en qué libro sagrado se agotaron tus liturgias? Profetas que enferman de pavor, al descubrir que el futuro les juega un juego perverso, profecías burdas e insolentes profecías.
Cerrar los ojos, espantar a la virgen de la locura, la madre del vinagre en las venas, conquistadora de voces que aturden mil cabezas. Mi mente ya no ha de tener fuerzas. Cruel mujer, si naciste para proteger, ¿que ha pasado en este mundo que te has vuelto instigadora de delirios?
Seguir buscando y verte, allá a lo lejos demasiado lejos, la distancia me roba los suspiros, quiero alcanzarla, lo logro. No me dejo convencer, sus ojos compasivos, sin embargo me llenan de consuelo. Igual que las hileras de faroles cuando el día se acaba y la noche no llega. Cuando el tiempo te alcanza y la muerte no espera.

ALMAMÍA

martes, 20 de abril de 2010

Hay una mujer



Hay una mujer que viste un cuerpo, vacío por dentro. Una vida simple, mediocre aburrida. Hay una mujer que no espera que un día por las calles los ojos de algún hombre la dejen desvestida. Esa mujer se apaga, derrumba su mirada, agota sus sudores, olvida los sabores, enmudece, oscurece hasta caer rendida.
Hay una mujer que un día despierta, se quita la ropa, se mira al espejo, camina hacia las aguas de placeres mundanos, que no mira hacia atrás, que se anima a la vida. Que no piensa en resultados, que entierra las recetas, que no negocia más, que se enfrenta a si misma.
Hay una mujer distinta, singular, atrevida, alocada, voraz con ansias de comerse de a mordiscos la vida. Hay una mujer errante, que goza de la brevedad de los minutos, de la sensualidad de los segundos. Hay una mujer que se siente mirada, deseada, añorada, que a volar ya se atreve.
Hay además una mujer salpicada por las altas mareas que revientan contra los farallones, pero hoy no es el día, en que permitirá que el dolor apague sus faroles. Mañana tal vez mañana será el día.
En que rendida a la realidad, caiga vencida.

sábado, 20 de marzo de 2010

Una historia...la tuya... la mía


Un día cualquiera, de un año cualquiera, sucedió lo que voy a contar. Puede parecer que sólo narraré ficción, sólo puede parecer.
Cuando abrió los ojos, le sangraba la frente, se encontrada sumergida hasta la cintura en una mezcla de agua olorosa y deshechos orgánicos e inorgánicos. Todo era oscuridad, al mirar hacia arriba advirtió que un rayo de luz se metía inescrupulosamente en ese aposento de terror. Se sintió débil, el olor le cortaba la respiración, quiso gritar y nadie escuchó su voz, estaba demasiado sola.
No recordaba como había llegado hasta ahí, sólo supo que sus últimas palabras fueron: “Tengo derecho a decir no, a elegir mi camino”.
Trató de hacer memoria, y no pudo recordar nada. Dejó de pensar en ello, ahora tenía que utilizar toda su energía para salir de ese sitio tan profundo, oscuro y habitado por alimañas.
Miró sus manos, sucias y lastimadas, sus uñas llenas de barro, demostraban que en algún momento de su caída trató de defenderse, pero quién la arrojó allí seguramente fue mas fuerte que ella. Pensó en la posibilidad del ser humano de poder utilizar la fuerza de la palabra, y en aquellos que al no encontrar palabras utilizan la fuerza más primitiva, la de la violencia, violencia disfrazada de muchas formas.
Otra vez se alejaba de su meta, que era en ese momento sobrevivir, empezó a sentir que el piso lodoso que la sostenía se movía, sus pies se enterraban cada vez más. Una angustia opresiva la invadió, trató de tomarse de las paredes y éstas tampoco eran sólidas, caían a pedazos haciendo un terrible ruido a muerte sobre el fango que ya le llegaba al pecho.
En su mente recordaba sus últimas palabras... “tengo derecho...” y ahora estaba perdiendo el más importante de todos, el derecho a la vida, sintió que su agonía sería terrible, volvió a gritar, pero su garganta se cerraba caprichosamente.
Entró como en un ensueño, mientras se tomo de un pedazo de hierro que en su momento seguramente hizo de escalón de aquel pozo mortal. Y comenzó a recorrer sus últimos días, cada momento, cada despertar, cada rayo de sol que molestó a sus ojos perezosos, su café de la mañana, su llegada al trabajo, el trabajo... ese lugar que ella había elegido para realizarse, y que de a poco se fue convirtiendo en su propia cárcel, una cárcel algo encubierta, cuyos barrotes no eran de hierro, eran de silencios, eran de desacuerdos, eran de personas viviendo en islas propias, eran de personas que manipulan, eran barrotes de desvalorizaciones, eran cerraduras de deseos de superación.
Y fue justo en ese instante, cuando recordó todo, ella se animó a decir NO, a decir su verdad, a posicionarse en el lugar que le corresponde, a esperar que alguien le explique el porque de sus actitudes, a que alguien le guíe su labor, y le retribuya al menos con un gracias, todo aquello que ella daba a cambio de nada.
Y dijo no, y un fuerte grito junto a un rosario de reproches, la expulsó de la habitación, voló por los aires de esta humanidad con valores destruidos y cayó en el pozo, llamado mediocridad, y pensó, ¿es aquí el lugar dónde se está bien en estos tiempos?
Es aquí, un lugar donde aunque se huela mal, dónde se sienta que el piso no nos sostiene, dónde los desechos son las personas que ya cansadas de luchar por sus principios se conforman y forman parte del lodo, es el lugar oscuro, dónde entra poca luz para que no se vean las cosas, es el lugar dónde caen los que dicen no, los que luchan por sus derechos.
Pero se negó a pertenecer a ese sitio, dijo nuevamente NO..... y se despertó, era un sueño, en su boca como un susurro lleno de verdad se escuchó decir...”tengo derecho a decir no, a elegir mi camino”
Antes de caer al pozo, o de dejar que el pozo te trague, anímate a decir NO

sábado, 13 de marzo de 2010

Me doy permiso... Autor: Joaquin Argente



Me doy permiso para

separarme de personas

que me traten con brusquedad,

presiones o violencia.

No acepto ni la brusquedad

ni mucho menos la violencia

aunque vengan de mis padres

o de mi marido, o mujer.

Ni de mis hijos,

ni de mi jefe, ni de nadie.

Las personas bruscas o violentas

quedan ya,

desde este mismo momento

fuera de mi vida.

Soy un ser humano

que trata con consideración

y respeto

a los demás.

Merezco también

consideración

y respeto

Me doy permiso para

no obligarme a ser

“el alma de la fiesta”,

el que pone el entusiasmo

en las situaciones, ni ser la persona

que pone el calor humano en el hogar,

la que está dispuesta al diálogo

para resolver conflictos

cuando los demás

ni siquiera lo intentan.

No he nacido para entretener

y dar energía a los demás

a costa de agotarme yo:

no he nacido para estimularles

con tal de que continúen a mi lado.

Mi propia existencia, mi ser;

ya es valioso.

Si quieren continuar a mi lado

deben aprender a valorarme.

Mi presencia ya es suficiente:

no he de agotarme haciendo smá

Me doy permiso para

no tolerar exigencias

desproporcionadas

en el trabajo.

No voy a cargar

con responsabilidades

que corresponden a otros

y que tienen tendencia

a desentenderse.

Si las exigencias

de mis superiores

son desproporcionadas

hablaré con ellos

clara y serenamente.

Me doy permiso para

no hundirme las espaldas

con cargas ajenas

Me doy permiso para

no agotarme

intentando

ser una persona excelente.

No soy perfecto,

nadie es perfecto

y la perfección es oprimente.

Me permito rechazar las ideas

que me inculcaron en la infancia

intentando que me amoldara

a los esquemas ajenos,

intentando obligarme

a ser perfecto: un hombre sin fisuras,

rígidamente irreprochable.

Es decir: inhumano

Asumo plenamente mi derecho

a defenderme,

a rechazar la hostilidad ajena,

a no ser tan correcto como quieren;

y asumo mi derecho

a ponerles límites y barreras

a algunas personas sin sentirme culpable.

No he nacido para ser

la víctima de nadie.

Me doy permiso para

no estar esperando alabanzas,

manifestaciones de ternura

o la valoración de los otros.

Me permito no sufrir angustia

esperando una llamada de teléfono,

una palabra amable

o un gesto de consideración.

Me afirmo como una persona

no adicta a la angustia.

Soy yo quien me valoro,

me acepto

y me aprecio

No espero a que vengan

esas consideraciones

desde el exterior.

Y no espero encerrado o recluido

ni en casa,

ni en un pequeño círculo de personas

de las que depender.

Me doy permiso para

no estar al día

en muchas cuestiones de la vida:

no necesito tanta información,

tanto programa de ordenador,

tanta película de cine,

tanto periódico, tanto libro,

tantas músicas.

Decido no intentar absorber

el exceso de información.

Me permito no querer saberlo todo.

Me permito no aparentar

que estoy al día en todo

o en casi todo

Me doy el permiso más importante de todos: el de ser auténtico.

No me impongo soportar situaciones y convenciones sociales que agotan,

que me disgustan o que no deseo. No me esfuerzo por complacer.

Si intentan presionarme para que haga lo que mi cuerpo y mi mente

no quieren hacer, me afirmo tranquila y firmemente diciendo que no.

Es sencillo y liberador acostumbrarse a decir “no”.

Elijo lo que me da salud y vitalidad. Me hago más fuerte y más sereno

cuando mis decisiones las expreso como forma de decir lo que yo quiero

o no quiero, y no como forma de despreciar las elecciones de otros.

No me justificaré: si estoy alegre, lo estoy; si estoy menos alegre, lo estoy;

si un día señalado del calendario es socialmente obligatorio sentirse feliz,

yo estaré como estaré.

Me permito estar tal como me sienta bien

conmigo mismo y no como me ordenan

las costumbres y los que me rodean:

lo “normal” y lo “anormal”

en mis estados emocionales

lo establezco yo.

domingo, 7 de marzo de 2010

Ser Mujer


Ser mujer, un designio de la naturaleza, que fortuitamente determinó en el momento justo que dos X se juntaran... allí termina la historia y justamente allí comienza.

Ser mujer, en un mundo distinto al que vivieron nuestras abuelas, o más aún al que vivieron mujeres anteriores a ellas.

Ser mujer hoy, es complicado pero no imposible. Novias, esposas, madres, profesionales, tías, abuelas, madrinas, hijas, amigas, podemos eso y mucho más. Nada de sexo débil, creo que somos el sexo fuerte, por esas madres que luchan, por esas mujeres que llevan solas hogares adelante, por esas mujeres que son profesionales y dan la vida en su trabajo, para luego volver a casa y cambiar pañales, barrer pisos, ayudar a hacer tareas a sus hijos, ser buenas cocineras y luego amar a su compañero de la vida.

Ser mujeres, hacer un ritual cada vez que salimos a la calle, ver que todo esté en orden, el cabello, las uñas, la ropa, los zapatos, tener todo listo en al cartera, esa cartera que es una caja de Pandora, dónde nunca está lo que buscamos al alcance de la mano, lo que origina una guerra entre la mano y cada objeto que habita ese lugar tan privado.

Ser mujeres, muchas veces discriminadas, otras discriminadoras... ganamos un sitio en la sociedad, vivimos la lucha eterna entre la vida cotidiana y los logros personales, tenemos que ser hábiles para que la balanza se mantenga, porque no podemos darnos el gusto de descuidar lo que tanto luchamos por tener....

Ser mujer, amar, llorar, reír, gozar, disfrutar, gritar, insultar, parir, sufrir, madurar, caminar, luchar.... ser mujer, y hacerle honor a nuestra condición....

Hoy me declaro en libertad.... andaré descalza pisando el frío del suelo, dejaré mis cabellos alborotados, no me importará si la ropa me queda bien, comeré helado hasta hartarme, cantaré aunque mi voz atente contra todo vidrio sano, abriré mis alas, saludaré a la vida, me miraré las marcas que dejaron en mi los embarazos y me sentiré plena, recordaré ese primer llanto, esa primera vez que me dijeron te amo, que me dijeron mamá, que me dijeron me gustas, que me dijeron que bonita sos, que me felicitaron por mi actuación en el trabajo, recordaré algún piropo callejero de esos que hacen soltar una sonrisa, miraré fotos, recordaré con amor mi pasado...

Hoy estoy de fiesta, porque hoy estoy orgullosa de ser quien soy....

sábado, 6 de marzo de 2010

miércoles, 3 de marzo de 2010

Este mundo


Muchas veces me pregunto si este mundo me pertenece. ¿Acaso soy yo la que equivoca el modo de vivir? Lo que considero mi responsabilidad y parte del control de causa y efecto de mis actos, para otros son simplemente “obligaciones ajenas”.
Así transcurre la vida, dónde veo que muchos caminan la dirección que no camino, y me sigo preguntando si será que equivoqué el rumbo, si caminar a la inversa del resto no es un paso directo a la soledad y el aislamiento.
Muchas veces no puedo frenar lo que pienso, me siento hipócrita cuando no puedo decir lo que en mi despiertan ciertas actitudes, no me reo dueña de la verdad, pero si defensora de mi verdad, una verdad dúctil, que puede transformarse al leer actitudes y más aún cuando tengo la posibilidad de poder ver in-situ el desarrollo de las actitudes.
No puedo negar que sufro, que siento que no pertenezco a esta vida, que hay cosas que superan mi entendimiento, mi formación, que quiero salir corriendo cuando veo que decir lo que pienso genera en los demás un tsumani de reproches, insultos, egoísmos.
Me pregunto,¿en que mundo desarrolle mi personalidad? ¿Acaso no es el mismo mundo de mis contemporáneos?
Cual es la impronta que marca la forma de ver la vida, quien es aquel que nos vende los anteojos a medida que sucede la vida, para que cada uno alcance a ver la vida en un color determinado.
Se muy bien que somos seres únicos e irrepetibles, que la vida sería muy aburrida si todos funcionáramos iguales, que en la diversidad está la riqueza de las relaciones humanas, pero apuesto a una diversidad que enriquezca, que nutra, que me haga despertar cosas que tal vez dormían en mi, esa diversidad que lleva a sentir placer al compartir lugares comunes, a maravillarme por lo que aún tengo que aprender, a una mirada positiva, con aires positivos.
Yo se bien que sueño una utopía, pero deseo un mundo dónde cada uno, se haga responsable de sus actos, que es la manera mas humana que poseemos de agradecer el ejercicio de la libertad. Podemos equivocarnos una y mil veces, pero somos unos necios cuando no reconocemos esas equivocaciones, cuando buscamos en el afuera la causa de nuestros fracasos, cuando no somos lo suficientemente maduros de tomar el timón de nuestras vidas, de elegir mares que nos hagan sentir vivos, de tener la posibilidad de desviarnos de aquellos mares turbios, inquietos, calcitrantes.
Sueño un mundo que está muy lejos, y sufro este mundo del que más de una vez deseo bajar

martes, 23 de febrero de 2010

Tiempo


Hace un tiempo que ya me sobra tiempo
últimamente no encuentro el rumbo
la guía a mi camino
a mis ansias muertas, a mi estereotipo

Me siento títere
marioneta de los días
¿quién maneja mis hilos?
¿de que habla mi vida?

Sortilegio, confusión,
premura, insolencia de horas
infortunio de minutos
osadía de segundos

Carrera hacia la nada
horas muertas
corazón que bombea
vacío de metas

Estrella, camino, punto de partida
hora de llegada
llegada a la nada.

Causa y efecto

Espacio verdadero

para mi vida plena

tiempo que no se apure

causa que no sea eterna

Sonrisas verdaderas

mentiras sospechadas

amor a la deriva

liberación del alma

Temores que naufraguan

miedos que no se animan

pestañas que agonizan

labios que no te extrañan

Simpleza en lo simple

complicación ¡ Ya basta!

palabras como vientos

amor hecho en la nada.

Hecho en la nada y fuerte

trepando en las murallas

de tu vida y la mía

de mi alma y tu alma.



Reflejos


Los sueños son tan solo un reflejo de lo que el corazón quiere.

viernes, 12 de febrero de 2010

Esta boca es mia


Más vale que no tengamos que elegir
entre el olvido y la memoria,
entre la nieve y el sudor.
Será mejor que aprendas a vivir
sobre la línea divisoria
que va del tendio a la pasión.

No dejes que te impidan galopar
ni los ladridos de los perros
ni la quijada de Caín.
Que no te dé el insomnio por contar
las gaviotas del destierro,
las amapolas de París.

Te engañas si me quieres confundir
esta canción desesperada
no tiene orgullo ni moral
se trata sólo de poder dormir
sin discutir con la almohada
dónde está el bien, dónde está el mal.

La guerra que se acerca estallará
mañana lunes por la tarde
y tú en el cine sin saber
quién es el malo mientras la ciudad
se llena de árboles que arden
y el cielo aprende a envejecer.

Y sal ahí
a defender el pan y tu alegría.
Y sal ahí
para que sepan que
ESTA BOCA ES MIA.

jueves, 11 de febrero de 2010

La extraña Dama


realicé un dibujo, lo escaneé y luego lo trabajé desde photoshop.....

Renacer


Trabajo realizado sobre soporte de cartulina blanca, goteo de tinta china. Luego le di los colores con crayones de tiza, lo pinté con barniz mate, lo escaneé y le di un pequeño tono con negro en los extremos ademas de colocarle marco y nombre

martes, 9 de febrero de 2010

La Dama de Azul

Ella era el cielo una tarde de verano, su presencia iluminaba cada centímetro de distancias que recorría. Escondía su mirada, tal vez temía ser vista, o quizá no era lo suficientemente valiente para enfrentar la realidad que tan mal le hacía.

Era conocida como la Dama de Azul, porque azul era su cabello y el aura que desprendía su presencia.

No todos la vieron, muchos la ignoraron, pocos la valoraron, pero ella seguía adelante, fuerte, luchando contar enemigos visibles y de los otros, de los que trabajan desde la oscuridad.

Luchó por ser libre, le crecieron alas, alas azules, en cielos azules.

Si algún día miras el horizonte y ves cruzar un halo de luz, no te exaltes, porque es ella, que sigue presente en la vida de todos los que nuca se darán por vencidos.



Las cosas del querer


Si tú me quieres de noche
Y yo te quiero de día,
Si yo bebo de tu boca
Y tú bebes de la mía

Si el aire que respiras
Es el que estoy respirando
Pa que nos piden razones
Del que, del como y del cuando.

Lo nuestro tiene que ser
Aunque entre el uno y el otro
Levantemos la pared.
Son las cosas de la vida
Son las cosas del querer,
No tienen fin ni principio
No tien como ni por que.

Tú eres alto y yo bajita
Tú eres rubio y yo tostá
Tú de Sevilla la llana
Y yo de Puerto Real.
Que no tiene na que ver,
El color ni la estatura
Con las cosas del querer,
Con las cosas del querer,
Con las cosas del querer.

Milenio loco


Si loca de amor
loca de vida
loca de ganas
loca de días

Días que pasan
entre locuras
miradas vanas
palabras sucias

Locura propia
de este milenio
donde la vida
no anhela sueños

Locura enferma
de frustraciones
miradas idas
mal de millones

Quistes de locura
cánceres de locura
depresiones de locuras
estrés por locura

Nadie se para
ni se detiene
ni la locura
ya se sostiene

lunes, 8 de febrero de 2010

Locura


Foto: VALERIA
Poema: VALERIA

Me llaman loca, ¿por qué me lo pregunto?

salirse del camino marcado por culturas

sociedades hipócritas que se mueren por ser locos

pero que no se animan a caer en lo que ellos mismos censuran.

Me llaman loca, por patear el tablero

por decidir seguir creciendo

por no dejar estancar mis sueños

y pudrirse el alma en pantanos enfermos

Me llaman loca, loca porque me niego

loca porque cuestiono

porque simplemente me animo a decir no

o porque no pienso igual que vos

Locura, un estigma que ultraja el alma

locura por decir verdades que desgarran

por no callar mentiras que atropellan

los sueños y las ganas de volar

Llámame loca, llámame como quieras

tal vez te asusta, pensar que no te animas

a ser un poco loco

a soltar tus amarras

y animarte a ser vos

En busca de la felicidadPoema: Jorge Luis Borges




He cometido el peor de los pecados
que un hombre puede cometer. No he sido
feliz. Que los glaciares del olvido
me arrastren y me pierdan, despiadados.

Mis padres me engendraron para el juego
arriesgado y hermoso de la vida,
para la tierra, el agua, el aire, el fuego.
Los defraudé. No fui feliz. Cumplida

no fue su joven voluntad. Mi mente
se aplicó a las simétricas porfías
del arte, que entreteje naderías.

Me legaron valor. No fui valiente.
No me abandona. Siempre está a mi lado
La sombra de haber sido un desdichado.

domingo, 7 de febrero de 2010

jueves, 4 de febrero de 2010